Henry Ford, el empresario que cambió la lógica capitalista y probó que es posible tener mejores salarios
01-08-2013
A 150 años de su nacimiento, el mundo entero recuerda al magnate de
la industria automotríz como un innovador cuyo legado sigue vigente
hasta nuestros días
El fabricante automovilístico Ford conmemoró este martes el 150
aniversario del nacimiento de su fundador, con celebraciones en todo el
mundo, incluido el estado de Michigan donde el 30 de julio fue
declarado, en su honor, el Día Henry Ford.
Con su innovador aporte de la cadena de montaje rodante, hizo posible la producción de su automóvil Modelo T, que apareció en 1908 y del que se llegaron a fabricar más de 15 millones de unidades.
En 1927, Ford puso en práctica otra idea empresarial que sería adoptada por sus rivales y otro sectores, la integración vertical de la producción
al controlar toda la cadena, desde la extracción de mineral de hierro
hasta su transformación en automóviles, lo que permitió al fabricante a
reducir sus costes.
Con su espíritu creativo Ford revolucionó las fábricas de todo el
mundo. Sin embargo, un aporte menos mencionado, que contrasta con la
historia del capitalismo, contribuyó con el nacimiento de la clase media en Estados Unidos.
De un día para otro, duplicó los salarios de sus más de 14 mil trabajadores, hecho que se conoce como the five-dollar workday.
Más allá de las razones que motivaron el aumento es importante
reconocer que Ford tuvo la determinación y contó con el capital
necesario para hacerlo.
Las razones del incremento fueron diversas, entre ellas, se destacó
la baja productividad generada por la alta tasa de rotación de personal
dentro de la empresa.
En 1913 Ford tenía una rotación anual de 370%, lo que significó que
para mantener su planta laboral tuvo que contratar a más de 50 mil
empleados en el mismo año.
Según los economistas Daniel Raff y Lawrene Summers, consultados por América Economía, a un año de que el empresario duplicara los salarios, la productividad de la compañía creció entre 40% y 70% y la rotación cayó a un dígito, en un entorno donde los precios de los automóviles decrecían.
Las ganancias en rendimiento se asociaron con un alza en la moral de los trabajadores que se sintieron motivados a permanecer en la empresa y a trabajar más.
Por otro lado, el aumento en el costo de la nómina fue insignificante
comparado con la disminución en las erogaciones originadas por la
permanencia de los trabajadores en la empresa.
Independientemente del problema laboral que Ford enfrentaba, este
masivo incremento de salarios fue posible gracias a que tenía el capital
necesario para cubrirlo porque estaba generando ganancias
extraordinarias, siendo su decisión discrecional y personal.
Uno de los capitalistas más famosos de la historia tomó una
resolución basada en el deseo de distribuir parte del capital generado
por su empresa entre sus trabajadores. Ford, con una gran visión se dio
cuenta de que esta decisión le traería mayores beneficios que costos.
A diferencia del empresario común, el magnate del sector automotor no intentó minimizar el costo del trabajo, sino que encontró el punto de eficiencia de su costo laboral y fijó los salarios en una línea que contribuyó a incrementar sus ganancias.
En aquel entonces, aunque la economía norteamericana estaba en manos
de la banca y de la bolsa de valores, mismas que tenían control sobre
los fondos y la liquidez del sistema, no se opusieron a la estrategia de
Ford.
Posiblemente, los bancos presentían que esta estrategia sería exitosa
y no conduciría a Ford a la quiebra. O bien, pensaron que era mejor
tener como masa de clientes a una clase media y no a gente viviendo
apenas con lo indispensable.
Muchos años atrás, el economista John Stuart Mill formuló una teoría
de fijación de los salarios. Un postulado simplista que argumenta que el
nivel de los salarios depende del capital o fondo acumulado en un
periodo de tiempo para un cierto número de trabajadores.
Este axioma sigue vigente hasta nuestros días y se
ejemplifica muy fácilmente: si el empresariodividiera las ganancias
generadas por la empresa en partes iguales entre sus trabajadores, estos
serian igual de acaudalados que él en cierto periodo de tiempo.
En otras palabras, cuando existen ganancias en la compañía que
aumentan el capital del empresario, es su decisión aumentar o no los
salarios.
Excluyendo a los microemprendedores, cuyo proceso de acumulación es
distinto, es un hecho es que en el mundo hay cientos de miles de
empresas que tienen la posibilidad de realizar la hazaña de Ford y
duplicar sus salarios.
La distribución de ganancias, sello de liderazgo
En una primera instancia, los sueldos se fijan de acuerdo con la capacidad del empresario para pagar y en un segundo momento, dependen de la decisión de redistribuir los ingresos del capital entre los trabajadores, cuando las hay.
Ford quería y podía duplicar el salario de miles empleados de un día para otro. En economía, el caso de este empresario es un proceso conocido como distribución de rentas y ha sido poco estudiado, posiblemente por la falta de casos.
Este fenómeno sucede generalmente de forma unilateral y pocas veces es producto de un pacto entre empresarios y trabajadores.
La distribución de rentas no está regulada por
ninguna ley o institución y ningún sindicato en el mundo puede realmente
influenciar al empresario para que duplique los salarios de un día para
otro. Ello depende enteramente del dueño de la firma y de cuánto esté dispuesto a ceder de sus ingresos.
La realidad es que a lo largo de la historia, la práctica dominante
fue la de minimizar el costo del trabajo y en paralelo, maximizar las
ganancias del capital.
Los sueldos se han mantenido estancados con el argumento de que los
costos de produccióndeben permanecer bajos, para evitar transferir los
incrementos hacia los precios finales.
Además de la falta de lógica de este modelo para una economía de consumo,
el problema es que generó círculos de desigualdad y pobreza, además de
oligopolios, que benefician solo a algunos jugadores mientras que la
mayoría de la población ve sus ingresos deteriorándose a través del
tiempo.
En el mundo existen millones de personas percibiendo sueldos mínimos
que no cubren sus necesidades básicas. Basta con ver las condiciones
laborales y los sueldos de los trabajadores informales de Mumbai, India,
un ejemplo lamentablemente muy ilustrativo.
El mundo actual de los salarios es ilógico para una economía de
consumo, debido a las ineficiencias, contradicciones y desigualdades que
se encuentran a través de países, industrias y empresas.
Todo parece indicar que el objetivo del modelo es que el trabajador apenas subsista y que gaste todo su ingreso corriente en productos y servicios producidos por él mismo. Es preciso dejar de ver al trabajo como un costo más para la empresa y reconocer que el empresario genera riqueza y crece gracias al trabajo.
Y por su parte, el trabajador encuentra en la empresa un medio para
generar valor a través de sus capacidades. Si la balanza está a favor de
uno de ellos, es difícil crecer y generar competencia en la economía y
ampliar a las clases medias. Si al menos existieran mil casos como el de Ford en la actualidad, el mundo ya no sería igual.
A 150 años de su nacimiento, su legado de innovación sigue intacto.
Así lo afirmó su tataranieto Bill Ford, presidente ejecutivo de la
empresa, en un comunicado consignado por Eleconomista.es, en el que
expresó que lo establecido por Henry "sigue inspirando nuestro
compromiso a una empresa más sólida, productos excepcionales y un mundo
mejor".
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