1803: Jean-Baptiste Say:
Un emprendedor es un agente económico que une todos los medios de
producción. La tierra de uno, el trabajo de otro y el capital de un
tercero y produce un producto. Mediante la venta de un producto en el
mercado, paga la renta de la tierra, el salario de sus empleados,
interés en el capital y su provecho es el remanente. Intercambia
recursos económicos desde un área de baja productividad hacia una área
de alta productividad y alto rendimiento.
1934: Schumpeter:
Los emprendedores son innovadores que buscan destruir el estatus-quo de
los productos y servicios existentes para crear nuevos productos y
servicios.
1964: Peter Drucker:
Un entrepreneur busca el cambio, responde a él y explota sus
oportunidades. La innovación es una herramienta específica de un
emprendedor, por ende en emprendedor efectivo convierte una fuente en un
recurso.
1975: Howard Stevenson: El emprendedorismo es la búsqueda de oportunidades independientemente de los recursos controlados .
Se ha sugerido que Henry Ford llegó a ser un emprendedor no en 1903, cuando comenzó a producir automóviles, sino en 1908-9, cuando comienza a producir el modelo T e introduce la producción en cadena, resultando ambas
innovaciones en una revolución tanto en la industria como en la sociedad de Estados Unidos.
Bill Gates o Steve Jobs
y otros no es que éstos sean los únicos dispuestos a de tomar riesgos o
capaces de ello, sino que estos personajes - motivado no necesariamente
en forma principal por la ganancia
- son capaces de introducir innovaciones que modifican profundamente
algún área económica o la sociedad entera. Posteriormente aparecerán
otros que copian o adoptan esas innovaciones, quienes también asumen un
riesgo, pero no son -según esta concepción- verdaderos emprendedores,
sino más bien un hombre de negocios, un comerciante o un empresario.
Famosos economistas ingleses, como Adam Smith, David Ricardo y John
Stuart Mill, interpretaron el término como “Gerentes de negocios”. Sin
embargo, posteriormente, ellos llegaron a la conclusión de que ser
empresario no requería de habilidad extraordinaria alguna, y que habían
subvalorado el significado que en francés tenía el concepto de
emprendedor.
Esta afirmación era bastante radical, pues ahora sabemos perfectamente que para ser empresario se requiere de muchas habilidades. Sin embargo, en la actualidad también sabemos que se puede ser empresario sin necesariamente ser un emprendedor. El ejemplo más claro sería el de una persona que hereda una empresa, sin ella haber realizado acción emprendedora alguna para su desarrollo.
Pero volviendo a la historia económica, en 1890, Alfred Marshall, otro economista británico, reconoció formalmente en su libro, Tratado de Principios Económicos, la importancia de los emprendedores en los procesos productivos. Marshall consideraba que son cuatro los factores necesarios para la producción: tierra, trabajo, capital y organización. Según este teórico, el emprendedor es quien al organizar creativamente los otros tres factores, tierra, trabajo y capital, crea nuevos productos o bien mejora los planes de producción de los actuales. También añade que el emprendedor tiene un profundo conocimiento de la industria en que se desenvuelve, es un líder natural y posee la habilidad de prever los cambios futuros en la oferta y la demanda. También gusta de tomar acciones riesgosas, aún con total ausencia de información.
Coincidiendo con Stuart Mill, Alfred Marshall considera las habilidades asociadas con los emprendedores son tan grandes y numerosas, que muy pocas personas pueden mostrarlas en un alto grado. Marshall considera también que las habilidades para ser un emprendedor pueden ser adquiridas, algo que hasta ese momento nadie consideraba.
El economista norteamericano Harvey Leibenstein, añade por su parte que la característica insoslayable de todo emprendedor es la de ser “llenador de vacíos”, en el sentido que tienen la habilidad de descubrir dónde está fallando el mercado para desarrollar nuevos bienes o procesos que el mercado demanda y no se le está supliendo. Es ahí donde los emprendedores conectan diferentes mercados, combinan diferentes elementos y generan productos innovadores que satisfacen demandas insuficientemente satisfechas.
Desde el
tiempo de Marshall, el concepto de emprendedurismo ha continuado sufriendo
evolución teórica. Por ejemplo, mientras que Marshall creía que el
emprendedurismo fue simplemente la fuerza motriz detrás de la organización,
muchos economistas hoy, pero ciertamente no todos, creen que el emprendedurismo
es ensimismo el cuarto factor de la producción que coordina a las otras tres
(Arnold, 1996). Desafortunadamente, aunque muchos economistas aceptan que el
emprendedurismo es necesario para el crecimiento económico, ellos continúan
debatiendo sobre el actual rol que los emprendedores juegan en generar el
crecimiento económico. Una escuela ideológica en emprendedurismo sugiere que el
rol del emprendedor es el de un portador de riesgo frente a la incertidumbre y
la información imperfecta. Knight dice que un emprendedor estará dispuesto a
afrontar el riesgo de la nueva aventura si él cree que hay un chance significante
para una ganancia (Swoboda, 1983). Aunque muchas teorías actuales sobre el
emprendedurismo aceptan que hay un componente inherente de riesgo, que la
teoría del portador de riesgo sola no puede explicar por qué algunos individuos
vienen a ser emprendedores y otros no. Por ejemplo, siguiendo desde Knight,
Mises afirma que cualquier persona que soporte el riesgo de perdidas o
cualquier tipo de incertidumbre podría ser llamado un emprendedor bajo esta
estrecha definición de que el emprendedor es portador de riesgo. (Swoboda,
1983).
Así, para
construir un modelo de desarrollo del emprendedurismo es necesario observar a
algunas de las otras características que pueda explicar porque algunas personas
son emprendedores; el riesgo puede ser un factor, pero no es el único.
Otra
escuela moderna de pensamiento informa que el rol del emprendedor es el de un
innovador; sin embargo, la definición de innovación es aún ampliamente
debatible. Kirzner sugiere que el proceso de innovación es en realidad un
espontáneo “aprendizaje involuntario” (Kirzner, 1985,10).
Aunque
muchos economistas aceptan la idea que los emprendedores son innovadores, puede
ser difícil aplicar la teoría del emprendedurismo en los países de menor
desarrollo (Less Developed Countries: LDCs). Frecuentemente en los LDCs, los
emprendedores no son necesariamente innovadores en el tradicional sentido de la
palabra. Por ejemplo, los emprendedores en los LDCs, raramente producen
productos nuevos; más bien, ellos imitan los productos y los procesos de
producción que han sido inventados en algún otro lado del mundo (típicamente en
los países desarrollados). Este proceso, el cual ocurre en los países
desarrollados también, es llamado “imitación creativa” (Drucker, 1985). El
término parece inicialmente paradójico; sin embargo es bastante descriptivo del
proceso de innovación que actualmente ocurre en los LDCs. La imitación creativa
toma lugar cuando los imitadores entienden mejor como una innovación puede ser
aplicada, usada o vendida en su nicho de mercado particular (es decir, sus
propios países) que las personas que han creado o descubierto la innovación
original. Así, el proceso de innovación en los LDCs es frecuentemente la
imitación y adaptación, en vez de la noción tradicional de un nuevo producto o
proceso de descubrimiento y desarrollo.
Como la
discusión anterior demuestra, a través de la evolución de la teoría del
emprendedurismo, los diferentes estudiosos han postulado diferentes
características que ellos creen que son comunes entre la mayoría de los
emprendedores. Mediante la combinación de las dispares teorías anteriores, un
conjunto generalizado de cualidades del emprendedurismo se pueden desarrollar.
En general, los emprendedores son portadores de riesgo, coordinadores y
organizadores, rellenadores de vacios, líderes e innovadores o imitadores
creativos. Aunque esta lista de características no es de ninguna manera
exhaustiva, puede ayudar a explicar porque algunas personas son emprendedoras y
otras no los son. Así, mediante el fomento de estas cualidades y habilidades,
los gobiernos pueden, teóricamente, alterar la oferta emprendedora doméstica de
su país.
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