Comercio Internacional
Podemos definir al comercio internacional como las operaciones que implican un intercambio de bienes y servicios entre personas de distintos países.
Estas operaciones generan importaciones y exportaciones.
- Importaciones: se refieren a los gastos (compras) que las personas, las empresas o el gobierno de un país hacen en bienes y servicios que se producen en otros países y que se traen al propio.
- Exportaciones: son los bienes y servicios que se producen en el país y que se venden y envían a clientes de otros países.
Las razones del Comercio Internacional
Existen distintos niveles de apertura de un país al comercio internacional.
El más cerrado, se negaría a cualquier tipo de importación; un nivel
mayor de apertura, implicaría permitir la importación de productos que
no pudieran ser fabricados en el interior del país; y si se diera
libertad total de comercio, sería lógico esperar que sólo se importasen
los productos que pudieran ser fabricados en el país a un costo
excesivamente alto.
Pero
habitualmente sucede que el comercio se realiza con productos que
podrían ser fabricados fácilmente por el país importador, pero que
resulta más ventajosos adquirirlos en el exterior.
Causas que dan origen al Comercio Internacional
Podemos decir que por regla general surge por necesidad de los países de obtener productos que no pueden producir.
Hoy el motor que da impulso al mismo, son las ventajas comparativas, que poseen algunos países en la producción de ciertos bienes, los cuales a su vez dan origen a los costos comparativos. Cada país se especializará en aquellos productos que pueda producir ventajosamente con respecto a los demás países.
Por
ejemplo Argentina tiene clima templado y suelo apto para ciertas
actividades agropecuarias, esto trae como consecuencia que exporte
cereales y ganado, y necesite a su vez importar otros productos como
café o azúcar de países que poseen clima tropical.
Adam Smith
afirmó que los países se especializarán en producir aquellos bienes
sobre los que tengan una ventaja absoluta, que sean capaces de producir
el mismo número de bienes aplicando menor cantidad de trabajo.
David Ricardo
dio un paso más, demostró que todos los países se puedan beneficiar
especializándose cada uno en la producción de bienes aunque no tengan
ventaja absoluta en ellos; es suficiente que tengan ventaja comparativa, que sean capaces de producir a un precio menor.
Algunos países establecen barreras aduaneras que impidieran los intercambios ambos países saldrían perjudicados. Algunos grupos de presión podrían pedir el establecimiento de dichas barreras en defensa de la industria nacional. Estas tendencias proteccionistas suelen proteger la industria nacional, pero a veces perjudica a empresas eficientes.
La era del imperialismo
A fines del S. XIX y principios del S. XX se produjeron importantes transformaciones en las economías de los países centrales.
Estados
Unidos, Alemania, Francia y otras naciones de Europa experimentaron un
fuerte desarrollo económico y desafiaron el liderazgo internacional de
Gran Bretaña, que había sido la cuna de la Revolución Industrial.
La
libre competencia entre empresas atomizadas y poco diferenciadas dejó
paso a un sistema donde las grandes corporaciones y los holdings
(sociedad financiera que posee acciones de varias empresas y de esta
forma ejerce control sobre ellas) comenzaron a ejercer un fuerte
predominio sobre el resto de los agentes económicos.
En
este contexto se intensificó la exportación de capitales desde los
países centrales hacia los periféricos. Se inició así, la denominada "era del imperialismo" durante
la cual las grandes potencias de Europa expandieron su influencia, ya
sea colonizando regiones de Asia y África y/o exportando capitales. Las
disputas territoriales y económicas que se desencadenaron entre estas
grandes potencias desembocaron en el estallido de la Primera Guerra
Mundial.
Las grandes potencias compartían un mismo sistema económico (la forma en que se organiza una sociedad para producir y distribuir la riqueza): el capitalismo.
El
capitalismo de principios del siglo XX tenía como aspectos dominantes
la organización de la producción y de la distribución y el consumo de
bienes y servicios en torno de una economía de mercado. Esto significa
que el eje de articulación de las relaciones sociales era el mercado.
Las empresas privadas eran las que producían la mayor parte de los
productos manufacturados y controlaban los servicios, el comercio y la
banca. En cuanto al Estado, se ocupaba de proveer seguridad, educación y
en alguna medida, atención sanitaria.
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