16 MAR 2014 00:00h
AUTOEMPLEO ESTUDIO GLOBAL DE EMPRENDEDORISMO
Por qué menos personas se lanzan a un emprendimiento
En 2013, la tasa de emprendedores nuevos se ubicó en 16%, cinco puntos menos que el pico alcanzado en 2011.
Por Gabriela Samela
La Tasa de Actividad Emprendedora (TEA) cayó por segundo año
consecutivo y se ubicó en el 16% en 2013. Luego del pico histórico de
2011, que marcó que un 21% de la población adulta se dedicaba a
emprender en la Argentina, comenzó un ciclo descendente tanto en los
emprendimientos motivados por una oportunidad como en los que se inician
por necesidad.
Los datos surgen del informe 2013 del Global
Entrepreneurship Monitor (GEM), un consorcio de investigación académica
sin fines de lucro que releva la actividad económica de más de 197.000
adultos en 70 economías de todo el mundo.
“El ciclo del GEM 2013
en Argentina muestra en general una caída de todos los indicadores
relevantes respecto al ciclo 2012”, señala el informe que en nuestro
país elabora el Centro de Entrepreneurship del IAE, conducido por Silvia
de Torres Carbonell. El principal indicador elaborado a partir del
relevamiento es la TEA, que agrupa a los emprendedores nacientes, con
emprendimientos de 0 a 3 meses de vida (el 10,5% de la población en
2013), y los dueños de nuevos negocios, o empresas de entre 3 y 42 meses
de existencia (el 5,5% de la población).
En total, la TEA cayó
tres puntos porcentuales respecto de 2012 y cinco respecto de 2011. Este
dato podría interpretarse desde una perspectiva optimista, dado que las
regiones menos desarrolladas del mundo exhiben los niveles más altos de
actividad emprendedora, mientras que las economías “impulsadas por la
innovación”, como las define el estudio, cuentan con las tasas más bajas
de TEA. Sin embargo, los especialistas coinciden en que la baja debe
explicarse a partir del contexto económico inestable, que eleva el
riesgo de emprender a un nivel que vuelve preferible esperar.
“En
la Argentina, la actividad emprendedora es alta, muy dinámica, con un
ecosistema de soporte que se va consolidando cada vez más, pero con un
contexto país con alto riesgo para las inversiones que condiciona el
crecimiento y en muchos casos la supervivencia de los emprendimientos”,
dice Torres Carbonell (Ver “Paradojas...).
“El emprendedor es
capaz de asumir riesgos y puede convivir con ellos fácilmente”, dice,
por su parte, Juan Manuel Menazzi, director del Centro de Emprendedores
del ITBA. “El problema es que en determinado momento estos riesgos se
vuelven intolerables. Siempre que hay variaciones de la economía macro
local o regional aumentan los niveles de riesgo y se reciente la
actividad emprendedora: cuando aumenta el riesgo, aquél que podría
emprender pospone decisiones”, agrega.
Durante 2013, la actividad
emprendedora motivada por una oportunidad de mejora cayó (era casi el
10% y bajó al 8%), pero se mantiene mayor que la actividad emprendedora
motivada por la necesidad, que también disminuyó (del 7% al 5%).
“La
actividad emprendedora por necesidad llegó a ser el 50% de la actividad
emprendedora total después de la crisis 2001”, explica Torres
Carbonell. “Luego bajó y hoy representa el 33% de la actividad total, lo
que es mucho: en economías “innovadoras” llega a ser el 10% como
máximo”, señala.
En 2013, la actividad motivada por oportunidad
representó un 47% de la actividad total y el 20% restante agrupó a los
que emprenden por “otras razones”: “Mucha gente no se identifica ni en
oportunidad ni en necesidad. Los que emprenden por otras razones
incluyen a los que quieren ser independientes, aumentar sus ingresos o
mantenerlos”, describe Torres Carbonell. “Analizando estas motivaciones
con los académicos globales, concluimos que los que contestan en esta
categoría están más cerca de los de necesidad que los de oportunidad”,
dice.
En su reciente exposición en la Conferencia Latinoamericana
MIT, Andy Freire, emprendedor “serial” fundador de Quasar Ventures,
describió la “promesa incumplida de emprender” en América Latina:
“Mientras que la región se posiciona primera en espíritu emprendedor,
por encima de Estados Unidos, cuando se mide qué porcentaje de empresas
salen a cotizar en bolsa por cada 100.000 habitantes, América Latina
sólo supera a Africa”, describe. Entre otras razones que explican esta
distancia entre la promesa y la consolidación de los emprendimientos,
Freire señala que en la Argentina “hay una contracción de los capitales
de riesgo, más que nada por una situación de relativa baja
productividad, cambio volátil y expectativas de inflación”.
En el
mismo sentido opina Sergio Postigo, director del Centro de Emprendedores
de la Universidad de San Andrés: “Se necesitaría mayor desarrollo del venture capital para las etapas iniciales de los proyectos, donde el riesgo es mayor”.
En
el Centro de Desarrollo para Emprendedores y Exportadores (CEDEX) de la
Universidad de Palermo desde 2012 relevan la opinión de los
emprendedores sobre su propia actividad. “Cuando les preguntamos qué es
lo que consideran más importante para desarrollar con éxito un proyecto
de negocio, la motivación y el equipo de trabajo aparecen en primero y
segundo lugar. El dinero se encuentra último”, describe Diana Silveira,
coordinadora del Centro, que analiza el ejemplo como una mirada de corto
plazo. “Los proyectos pueden no ser muy costosos cuando comienzan, el
problema se presenta cuando se empieza a crecer: si no tenés
financiamiento para desarrollar una estructura, el proyecto muere”,
dice.
Al mismo tiempo, los especialistas coinciden en que en los
últimos años el ecosistema emprendedor se consolidó: “Hay muchas cosas
que se hacen bien: la prensa difunde historias de emprendedores y cambió
mucho la situación educativa. Ahora son excepcionales las universidades
que no tienen un programa de formación de emprendedores. Algunas
incluso tienen centros de emprendedores y otras, además, otro tipo de
iniciativas”, destaca Postigo.
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