Para
analizar la historia económica de la Argentina, necesitamos dividirla
en períodos. Estos períodos se denominan modelo de acumulación. Se
trata de espacios de tiempo relativamente largos (suman varias décadas)
durante los cuales la política económica, los actores sociales y, en
general, las formas de producción, de acumulación y de consumo,
encuentran un patrón similar.
Si
bien vamos a realizar un breve paneo por la economía argentina durante
la época colonial (1500 al 1810) y los años de la independencia y las
guerras civiles (1810 - 1860), se puede efectivamente hablar de modelos
de acumulación desde la organización nacional, alrededor de 1860. A
partir de entonces podemos dividir la historia económica argentina en
los siguientes períodos:
- El modelo agroexportador (1860 - 1930)
- El modelo sustitutivo de importaciones (1930 - 1975), dividido a la vez en dos períodos, el de la primera etapa (1930 - 1952) y el de la segunda (1952 - 1975).
- El modelo apertuista con hegemonía financiera (desde 1975 hasta la actualidad).
La economía argentina anterior a 1860
Lo
que hoy es la Argentina constituía la zona más periférica del imperio
colonial español. Las áreas más dinámicas eran las ligadas al comercio
con la metrópolis y la extracción de recursos minerales: la cuenca del
Caribe y, en América del Sur, la zona del Virreinato del Perú y las
minas de plata de Potosí.
Dentro
de lo que hoy es Argentina, la zona más rica, coincidente con la más
poblada, era la del noroeste, vinculada al centro dinámico de las minas
del Potosí. El resto del territorio se repartía entre algunas pocas
industrias regionales en Cuyo, las artesanías de las misiones jesuíticas
en el noreste y una economía de subsistencia en el área del ío de la
Plata, alrededor de Buenos Aires.
La
creación del Virreinato del Río de la Plata más la autorización del
comercio por el Puerto de Buenos Aires, si bien solo con España y por
medio de buques de la metrópolis, comenzaron a dar una cierta dinámica a
la zona pampeana. En la práctica, el área del litoral se hallaba
restringida a unos pocos kilómetros por fuera de las ciudades, con un
amplio territorio en manos de los aborígenes. El único "uso" que se le daba a las zonas rurales de la región eran las "vaquerías", literalmente el otorgamiento de autorizaciones para la "caza" del ganado cimarrón que vagaba libremente por las pampas.
Después
de la independencia, comienza lentamente a decaer la preponderancia del
noroeste, a consecuencia de la mayor importancia política de Buenos
Aires y del crecimiento de la hegemonía económica de su puerto, a partir
de que se autoriza el libre comercio con todos los países del mundo.
En la práctica, esto habilita el intercambio con la Inglaterra de la
Revolución Industrial.
Sin
embargo, la economía argentina del período continúa siendo
desintegrada, con sus centros regionales poco vinculados con Buenos
Aires. En el litoral empiezan a darse sucesivos corrimientos de la
frontera indígena. Crece el comercio, y con él naturalmente la
preponderancia de una clase comercial. Luego de la segunda década del
siglo XIX, comienza a producirse el reparto en grandes extensiones de la
tierra libre de la pamapa húmeda, lo que da lugar al surgimiento de la
clase terrateniente que, junto con los comerciantes de Buenos Aires,
aunque en una relación no exenta de contradicciones, comienza a
constituir el eje político y económico del poder.
La
explotación de la zona pampeana se liga con el comercio exterior del
puerto de Buenos Aires, en un cambio de los tipos de explotación: los
cueros y el tasajo (carne secada al sol mantenida con sal, principal
alimento de los esclavos de Brasil) se convierten en los principales
productos de exportación. El "saladero" es la industria más desarrollada de la época.
El modelo agroexportador (1860 - 1930)
El llamado "modelo agroexportador"
significó, desde 1860, la primera integración real de la economía
argentina al mercado mundial. Ello implicó, a la vez, la resolución de
las guerras civiles de la primera mitad del siglo XIX a favor del puerto
de Buenos Aires y, más en general, a favor de la alianza entre la clase
terrateniente pampeana y los comerciantes porteños.
Este modelo fue conocido luego como propio de "la generación del '80" por sus admiradores, o propio de "la oligarquía"
por sus detractores. De lo que no cabe duda es de su fuerte
vinculación y admiración por Gran Bretaña, que se transformó de hecho en
la nueva metrópolis.
El funcionamiento del modelo agroexportador era relativamente simple. Tenía dos elementos centrales que hacían a su dinámica:
- La exportación de productos del campo pampeano. Basándose en una propiedad de la tierra extensiva, cuyo reparto finalizó tras la Conquista del Desierto, se comenzó a exportar primero ganado ovino (lo que fue conocido como el "ciclo de la lana"), que finalizó en 1875. Posteriormente comenzó el crecimiento de las exportaciones agrícolas, estabilizadas hacia el 1900 en aproximadamente el 50% del total. En lo que respecta al ganado posterior al ciclo lanero, observó la mejora de las razas bovinas. Hacia el fin del siglo se produjo el reemplazo de la exportación del ganado en pie por los cortes de carne congelada primero, y por el chilled beef (carne enfriada) después. Es la época en que comenzaron a asentarse en la Argentina los grandes frigoríficos, centros de la primer disputa por la hegemonía económica entre Estados Unidos y Gran Bretaña. Una característica general de la producción agropecuaria fue su carácter extractivo, en el que prevaleció la condición extensiva de la producción. Ello tuvo que ver, sin duda, con el carácter latifundista de la propiedad de la tierra, pero también con el hecho de que no se avanzó en inversiones a partir de la particular mixtura entre producción gandera y agrícola. La frontera agrícola no traspasó la pampa húmeda, ya que hacerlo habría significado producir modificaciones tecnológicas y de organización que la clase dominante de la época no estaba dispuesta a asumir.
- El ingreso de capitales, vinculados a la expansión internacional del capital británico, para financiar obras de infraestructuras (puertos, servicios públicos, ferrocarriles) o directamente al Estado Nacional por medio de empréstitos. Este ingreso de capitales también significó el ingreso de empresas británicas en diferentes rubros (frigoríficos, bancos, seguros, algunos establecimientos rurales, las primeras grandes tiendas). Las divisas que generaban esos dos elementos dinámicos eran utilizadas para la importación de bienes de consumo, así como insumos y bienes de capital. Particularmente el área cercana a Buenos Aires pudo gozar de un elevado nivel de consumo que se fue sofisticando hasta acercarse a lso estándares qye se conocían en las principalñes capitales de Europa. El éxito del modelo hizo que la Argentina fuera llamada "el granero del mundo". Sin embargo, no todos pudieron disfrutar tan claramente de las bondades del modelo. Los inmigrantes que entraron masivamente al país después de 1880 se encontraron con que tenían cerrado el acceso a la tierra. Se concentraron entonces en la zona de Buenos Aires, y fueron el origen del movimiento obrero argentino. La industria local de la época se hallaba vinculada principalmente al ciclo agroexportador, ya que crecía y decrecía con éste. Estaba compuesta por un conjunto de industrias vinculadas directamente a la expansión y mantenimiento de infraestructura (ferrocarriles, puertoc, etc.) Sin embargo, también existía una porción importante de industrias vinculadas directamente al mercado interno (en diversos rubros, como metalúrgico, textil, etc.). Es importante remarcar esto para desmitificar ciertas lecturas que colocan la aparación de la industria argentina durante el desarrollo del modelo posterior. Existía una industria en los primeros treinta años del siglo XX, aunque evidentemente lo que marcaba la dinámica del sistema era la exportación agropecuaria.
El modelo sustitutivo de importaciones
Primera etapa (1932 - 1952)
La crisis mundial del 1930 impactó fuertemente sobre el funcionamiento
de
la economía argentina. Los precios de las materias primas exportadas
por el país (fundamnetalmente los cereales y las carnes) descendieron
abruptamente. Se cerraron los mercados para las exportaciones
argentinas. Al mismo tiempo finalizó el ingreso de capitales desde
Inglaterra.
Este
hecho tuvo efectos muy importantes sobre la sociedad, ya que por
primera vez se produjo un ascenso considerable de la desocupación. A la
vez, el año 1930 asistió a la primera ruptura del orden constitucional,
con el golpe de Uriburu contra el gobierno de Irigoyen. Sin divisas
por exportación ni ingreso de capitales, resultaba imposible continuar
con la importación de bienes de consumo, insumos y bienes de capital que
habían "nutrido" la modernización argentina desde 1880.
Entonces comenzó el período denominado de la sustitución de importaciones.
En concreto se empezaron a producir localmente la mayoría de los bienes
de consumo que ya no se podían importar. Los distintos gobiernos y las
clases dominantes tardaron casi quince años en comprender, en general,
que se había cerrado la etapa anterior. Durante la década de 1930
prevalecía la creencia de que "sólo se esta viviendo una coyuntura desfavorable". Por eso se realizaban desesperados intentos de volver a los supuestos años de oro de "la Argentina granero del mundo".
El pacto Roca - Runciman
Ante el avance de la crisis mundial, el gobierno británico había decidido, en 1932, priorizar el comercio con sus colonias y con los demás países con los que estaba vinculado por lo que se conocía como Common - wealth (que incluía a ex-colonias como Canadá, Australia y Nueva Zelanda). El gobierno argentino de la época trató desesperadamente de ser parte de ese grupo para seguir vendiendo a Gran Bretaña. Así, en 1933 se firmó un convenio ente ambos países, conocido como Pacto Roca - Runciman, por el nombre de los funcionarios firmantes por ambos gobiernos, el vicepresidente Julio Roca (hijo del dos veces presidente Julio Argentino Roca) y Sir Walter Runciman, presidente de la junta de Comercio del Reino Unido. El pacto comprometió a los ingleses a seguir comprando carne argentina. Pero a cambio la Argentina debió ceder porciones considerables de su independencia económica: concedió descongelar las utilidades de las empresas británicas considerables de su independencia económica: concedió descongelar las utilidades de las empresas británicas en la Argentina; se mantuvo libre de impuestos el carbón ingles (que competía con el petróleo estadounidense) y se otorgó el monopolio de la carne a los frigoríficos ingleses. Se impuso, además, la creación de un Banco Central "mixto" - con la participación de banqueros privados, principalmente ingleses - y de una Corporación de transporte dominada por las compañías británicas.
El pacto Roca - Runciman
Ante el avance de la crisis mundial, el gobierno británico había decidido, en 1932, priorizar el comercio con sus colonias y con los demás países con los que estaba vinculado por lo que se conocía como Common - wealth (que incluía a ex-colonias como Canadá, Australia y Nueva Zelanda). El gobierno argentino de la época trató desesperadamente de ser parte de ese grupo para seguir vendiendo a Gran Bretaña. Así, en 1933 se firmó un convenio ente ambos países, conocido como Pacto Roca - Runciman, por el nombre de los funcionarios firmantes por ambos gobiernos, el vicepresidente Julio Roca (hijo del dos veces presidente Julio Argentino Roca) y Sir Walter Runciman, presidente de la junta de Comercio del Reino Unido. El pacto comprometió a los ingleses a seguir comprando carne argentina. Pero a cambio la Argentina debió ceder porciones considerables de su independencia económica: concedió descongelar las utilidades de las empresas británicas considerables de su independencia económica: concedió descongelar las utilidades de las empresas británicas en la Argentina; se mantuvo libre de impuestos el carbón ingles (que competía con el petróleo estadounidense) y se otorgó el monopolio de la carne a los frigoríficos ingleses. Se impuso, además, la creación de un Banco Central "mixto" - con la participación de banqueros privados, principalmente ingleses - y de una Corporación de transporte dominada por las compañías británicas.
El modelo se consolida
Pero
la realidad era más fuerte que las intenciones políticas. Lentamente
se iba contruyendo el perfil del nuevo modelo. Incluso muchas de las
instituciones que se habían fundado a instancias de los acuerdos con
Gran Bretaña empezaron a servir para ir "cerrando la economía" y
protegiendo de hecho a la naciente industria de bienes de consumo. El
Banco Central por ejemplo, fundado en 1935, hizo que el país estuviera
menos sometido a los vaivenes de los capitales internacionales.
La
crisis del campo y las oportunidades de la nueva industrialización
comenzaron a crear una ola migratoria desde el interior hacia la zona de
Buenos Aires. Así nació una nueva clase obrera, que tuvo un rol
central a partir de la decada de 1940, tanto en lo político, con la
interrupción en la escena política del peronismo, como en lo económico,
ya que se construyó en la principal base de consumo interno.
El peronismo
El
final de la Segunda Guerra Mundial planteada para el país un dilema.
Su metrópoli desde el punto de vista económico, Gran Bretaña, salía
debilitada. Los Estados Unidos, la nueva potencia en ascenso, iba
lentamente colocando sus intereses geopolíticos y económicos sobre
Latinoamérica.
Las corrientes de capital desde Gran
Bretaña se habían interrumpido durante la década del treinta. Más aún,
la Segunda Guerra Mundial, generó el hecho de que la Argentina vendiera
cereales a crédito a los aliados. Al final de la Guerra nuestro país
era acreedor de Gran Bretaña, pero con escasas posibilidades de cobrar
esa deuda en efectivo. Ese es uno de los motivos que provocaron la
nacionalización de los servicios públicos al comienzo del gobierno
peronista (el caso de los ferrocarriles es el emblemático).
En
un país sin deudas, más aún con saldo acreedor, el peronismo produjo un
conjunto de cambios en lo político y en lo social que sin duda
repercutieron fuertemente sobre la estructura económica. Se puede decir
con certeza que fue la primera señal clara de un gobierno que apostaba
al crecimiento industrial. Se basaba para ello en incrementar
considerablemente la capacidad de consumo, fundamentalmente de las
clases populares.
La industria de bienes de consumo
crecía y se consolidaba. Sin embargo, y a pesar del algunos intentos
desde el propio Estado, no se llegaría a desarrollar a fondo una
industria de bienes de capital ni de extracción de insumos. El problema
que ello generaba consistía que esa pujante industria de bienes de
consumo requería máquinas, petróleo y otros recursos que el país no
producía. Había por lo tanto que adquirirlos en el extranjero. Pero la
industria de bienes de consumo no estaba en condiciones, ni por calidad
ni por precio, de exportar sus productos: era una industria para el
consumo interno. Entonces resultaba que las divisas para comprar esos
bienes de capital debían provenir del único sector con capacidad
exportadora: el viejo sector agroexportador. Pero éste nunca recuperó
su pujanza anterior a 1930. Y rápidamente iba a mostrarle sus límites
al modelo.
Segunda etapa (1952 - 1975)
El estrangulamiento de la balanza de pagos
A
partir de 1952, la recuperación europea tras la guerra condujo a una
baja en el precio de los productos de agroexportación. De tal manera
que, por primera vez desde 1930, no alcanzaron las divisas para comprar
los equipos e insumos necesarios para sostener el crecimiento de la
industria de bienes de consumo. El modelo mostraba toda su fragilidad.
No existía una industria de bienes de capital ("industria pesada",
como se la denominaba en la época). Se dependía entonces del campo y
de sus divisas, que ya no alcanzaban para seguir el sendero de
industrialización y consumo masivo.
Todavía durante el gobierno peronista, se hicieron los primeros experimentos para resolver esto que se conoció como "estrangulamiento de la balanza de pagos".
Perón intentó un acercamiento con los EstadosUnidos, aprobando una
ley de garantías a las inversiones extranjeras y se firmó un acuerdo de
explotación petrolera con la Compañía California. Estos intentos
(fracasados) abrieron el camino de lo que se conoció como la propuesta desarrollista.
El desarrollismo
Tras la caída de Perón en
1955, algunos sectores intentaron reconstruir el modelo agroexportador.
Al igual que en 1930, ello era imposible, ya no solo por la realidad
mundial, sino por la propia existencia de una clase obrera urbana y de
un conjunto de empresarios ligados al mercado interno que van a ejercer
una fuerte oposición a cualquier propuesta en ese sentido.
El modelo "desarrollista"
fue un intento de resolver la crónica falta de divisas como producto
de la ausencia de industria pesada. En 1958, el presidente Arturo Frondizi
se lanzó a alcanzar el autoabastecimiento petrolero, abriendo a las
multinacionales del sector, con las que se firmaron importantes
contratos, un negocia que hasta entonces era monopolizado por YPF. Éste
fue el primer paso de una política que apuntaba a la industrialización
en base a la industria pesada, a partir del aporte de empresas de
carácter multinacional. En aquel momento ingresaron en cantidad las más
importantes firmas estadounidenses, dando un nuevo perfil a la
estructura económica argentina. Sin embargo, no se logró el efecto
buscado, ya que estas empresas no aportaron "industria pesada" sino que
se asentaron en lo que se denominan industrias de bienes de consumo
durables (automotrices, electrodomésticos). Si bien estos sectores
modernizaron en general el parque industrial, no resolvieron el
problema. Por el contrario, lo profundizaron, ya que a su vez
requirieron más importaciones, que se sumaron a las anteriormente
requeridas por las empresas argentinas de consumo masivo. En general no
proveyeron divisas, sino que se las llevaron por medio de la
repatriación de utilidades a sus países de origen, con los que se
firmaron importantes contratos pagos de patentes y marcas.
Con
las contradicciones propias de un período de aguda inestabilidad
política (proscripción del peronismo, golpes de Estado de 1963 y 1966)
el diagnóstico desarrollista siguió vigente casi hasta el fin del
período. En algunos momentos se volvía a la idea de que el Estado podía
asumir la generación de la inexistente industria pesada y extraer los
insumos claves (particularmente petróleo). Ello sucedió
fundamentalmente durante los gobiernos de Illia (1963), Cámpora (1973) y
J. D. Perón (1973 - 1974). Otras veces, particularmente durante la
dictadura de 1966 y sobre todo en el período de Adalberto Krieger Vasena
como ministro de Economía, se volvió a poner énfasis en resolver el
problema a través de la entrada de capitales multinacionales,
especialmente norteamericanos.
El Modelo Aperturista con Hegemonía Financiera
Del "Rodrigazo" a la dictadura militar (1975 - 1983)
Durante
el último año del gobierno de María Estela Martínez de Perón, en 1975,
asumió el Ministerio de Economía Celestino Rodrigo. Si bien su
propuesta no pudo consolidarse por la feroz oposición que generó, es
importante destacarla porque fue el primer intento de plantear un
modelo, favorable a la acumulación financiera, que generó oposición en
los sectores industriales, de las mismas características de la que al
año siguiente se impondría en la Argentina. Por primera vez en décadas
se ponía en cuestionamiento la propia existencia de la industria
argentina, fijándose como objetivo explícito dejar de protegerla.
La
dictadura militar que asaltó el poder en 1976 tuvo desde el comienzo el
apoyo de la comunidad financiera internacional que le facilitó los
fondos para resolver los desequilibrios fiscales y de balanza de pagos
que se arrastraban desde el fracaso del "Rodrigazo". Para ello resultó estratégico que fuera designado como ministro de Economía una figura del "establisnment" de la vieja oligarquía: José Alfredo Martínez de Hoz.
Una vez resueltas las urgencias financieras y restaurada la "credibilidad internacional" de la economía argentina, Martínez de Hoz se centró en dos temas: modificar radicalmente el funcionamiento del sistema financiero y producir la apretura acelerada de la economía.
La modificación del sistema financiero se realizó a partir de una
reforma instaurada en junio de 1977, con el permiso para la apertura de
centenares de bancos y financieras. Antes de esa reforma, las tasas de
interés que se obtenían colocando plata en los bancos eran negativas (su
rédito era menor que la inflación). A partir de ese momento pasó a ser
más negocio especular colocando el dinero en un banco o financiera que
desarrollar cualquier actividad industrial o comercial.
Un poco de historia
El sistema financiero argentino está regulado por la Ley de Entidades Financieras (Ley 21.526), sancionada el 14 de febrero de 1977 por José A. Martínez de Hoz, durante la dictadura de Rafael Videla. Con esta Ley, que liberalizó completamente el mercado financiero, la actividad financiera dejó de estar al servicio de la inversión productiva y el consumo sostenible, y se consolidó como un negocio meramente privado.
Si bien a lo largo de tres décadas se han realizado 16 modificaciones a la Ley, ninguna de ellas cambió el espíritu de esa banca descomprometida del desarrollo argentino gestada en la década del ’70.
El
otro gran tema, la apertura económica, permitió el ingreso en gran
escala de bienes importados de consumo masivo, lo que en muy pocos años
destruyó gran parte de la industria nacional. A partir de 1979, un
sinnúmero de artículos de consumo importados invadió el mercado local.
Estos productos, muchos de ellos de inferior calidad que los productos
de la industria nacional, terminaron provocando la quiebra de muchas
empresas.
Al mismo tiempo, se mantuvo una política de "dolar barato",
que hacía que esos productos entraran más fácilmente aun en la
Argentina. Se hizo popular que sectores de clase media viajaran a
países limítrofes, o incluso a Miami, para comprarlos en el país. Una
frase se hizo famosa: "¿Cuánto sale? ¡Qué barato! ¡Deme dos!. Fue la famosa Argentina de la "plata dulce" que no se daba cuenta de que se fundía la industria nacional.
Mientras
tanto, crecía y se desarrollaba un inmenso sistema financiero que se
endeudaba a costa de la garantía del Estado. El final de la dictadura
militar mostraba un país endeudado, con alta inflación y donde aparecía
un fenómeno que no se veía desde 1930: el desempleo.
Los Planes de Estabilización
La restauración democrática, en 1983, que llevo al poder al presidente Raúl Alfonsín,
dela Unión Cívica Radical (UCR), se realizó en un contexto en el que el
modelo de acumulación sustitutivo de importaciones ya había
prácticamente desaparecido. La industria nacional se hallaba herida de
muerte, con sectores enteros quebrados y prácticamente desaparecidos,
producto de la doble acción de la especulación financiera y de la
competencia de productos importados.
A las empresas
multinacionales presentes en el país desde comienzos de la década de
1960, ala presencia tradicional de los sectores agroexportadores
pampeanos y al creciente poder del sector financiero se les sumó la
aparición de grupos económicos locales que crecieron al calor de su
condición de proveedores del Estado y rápidamente se diversificaron
hacía numerosas actividades. estos sectores van a parecer como
preponderantes para la toma de decisiones en la política económica de la
década de 1980. A partir de 1982, el problema de la deuda externa se
transformó en uno de los ejes centrales para entender los límites de
acción de los gobiernos. Un término , el "ajuste", se convirtió en el eje para definir los distintos programas económicos que se presentaron.
A
partir de mediados de 1984 sen entendió que no era posible retomar el
sendero del crecimiento basado en la industria y el mercado interno que
había dominado los cincuenta años anteriores. Desde ese momento, y ante
lo indomable de la inflación, por un lado, y, por otro, la
imposibilidad del Estado de hacer frente tanto el pago de los
vencimientos de la deuda externa como a los contratos leoninos de sus
proveedores, se impusieron las políticas de ajuste, también conocida
como "planes de estabilización".
El mecanismo del lanzamiento de un plan de estabilización funcionaba de la siguiente forma:
- El gobierno elabora un "programa" que buscaba frenar la inflación, aumentar las exportaciones, reducir el déficit fiscal y asegurar el cumplimiento de los compromisos externos.
- El programa era aprobado por el Fondo Monetario Internacional, tras lo cual este prestaba una cantidad de dinero (conocido como "préstamos stand-by"), pero ello era, a su vez, una señal para que el conjunto de los bancos refinanciaran la deuda externa argentina.
Normalmente estos programas, de los cuales los dos más importantes en la década de 1980 fueron los denominados Plan Austral (1985) y Plan Primavera
(1987), funcionaban durante un breve período de tiempo, mientras tanto
se reducía la inflación y se obtenía, durante ese corto período , la "confianza" de organismos y bancos internacionales.
En
1989, la serie de planes fracasados, la deuda externa en ascenso y la
presión de los contratos con proveedores a los que tenía que hacer
frente el Estado llevaron la situación a un quiebre. Esto se tradujo en
el aumento del nivel de preciosa valores siderales, fenómeno que es
conocido como "hiperinflación". La Argentina vivió un
fenómeno que se dio en pocas ocasiones en el mundo: que los precios
aumenten por hora y el dinero deje de ser aceptado como medio normal de
pago.
La convertibilidad y las privatizaciones
A
partir de 1989 se desarrolló un audaz programa tendiente a estabilizar
la economía tras el proceso hiperinflacionario. El eje fue reducido
drásticamente las erogaciones del Estado mediante la venta de empresas
públicas que aparecían como fuertemente deficitarias y, al mismo tiempo,
lograr el ingreso de capitales externos que "aliviaran" un poco los vencimientos inmediatos de la deuda externa.
Así
se vendió, en un plazo récord, casi la totalidad de las empresas
públicas argentinas: Aerolíneas Argentinas, ENTEL, ENCOTEL, Obras
Sanitarias de la Nación, Gas del Estado, Ferrocarriles argentinos, los
puertos, los aeropuertos, los caminos, etc.
El otro eje de salida de la crisis hiperinflacionaria fue la "convertibilidad". Consistió básicamente en permitir que la moneda argentina, rebautizada como "peso" después
de la hiperinflación hiciera prácticamente desaparecer el austral,
fuera colocada a un cambio de uno a uno con el dólar e inmediatamente
intercambiable por él. El gobierno garantiza que cualquier peso pueda
ser cambiado inmediatamente por un dólar.
El plan de Convertibilidad,
creado por el ministro Domingo Cavallo, logró un triunfo aplastante
contra la inflación, reduciéndola a prácticamente cero a partir de 1993.
Pero la fuerte apertura económica que lo acompañó (con nuevas bajas de
aranceles a las importaciones) y la sobrevalorización del peso con
respecto al dólar, provocaron nuevamente el cierre de muchas empresas,
elevando la desocupación hasta un nivel récord de más del 18%. Las
privatizaciones de la seguridad social en junio de 1994, que derivó los
aportes jubilatorios de los trabajadores a las nuevas Administradoras de
Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) redujo los ingresos del
Estado, ayudando a provocar un creciente déficit fiscal que fue
financiado con la emisión de bonos de la deuda pública.
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