jueves, 9 de agosto de 2012

Historia económica argentina y el Estado

 Agrego el link del artículo del Suplemento IECO, además de agregar el texto:

http://www.ieco.clarin.com/economia/historia-economica_0_749925221.html

La historia económica y el Estado

El rol de las instituciones y la política económica son clave para comprender la historia económica argentina.
PorJorge Castro
ESPECIAL PARA CLARIN
Esta obra es de enorme importancia para comprender la lógica de la economía argentina y sobre todo su interrelación con el factor político, el papel del Estado, en sus diversas y contradictorias fases, surcada por crisis y retrocesos, y al mismo tiempo reveladoras de una asombrosa potencialidad.

Belini y Korol muestran que la inversión extranjera era 42% del total de América Latina en 1914, y la deuda pública ascendía a 1/3 de la del hemisferio. El PBI industrial (16% del producto) era mayor que el de México o el de Brasil; y la población alcanzaba a 8 millones de habitantes: se había duplicado desde 1895. 

Sucedieron entonces dos acontecimientos que modificaron para siempre a la Argentina. Internamente, el sistema político cambió a través de la Ley Sáenz Peña y el triunfo del radicalismo en 1916. Externamente, el mundo se modificó en sus raíces, con la Primera Guerra Mundial.

Entre 1912 y 1917, el PBI se contrajo 8,1% anual (el PBI per cápita cayó 34%), un derrumbe superior al provocado por la depresión del 30 y el colapso de 2001/2002. En ese período, los salarios reales cayeron 40%; y esta crisis se produjo cuando se transformaba el sistema político con el triunfo de Hipólito Yrigoyen, y surgía el conflicto social con extrema violencia (Semana Trágica, enero de 1919). 

También se disolvió la “relación especial con Gran Bretaña”, y, en su lugar, surgió un triángulo económico y financiero entre la Argentina, Estados Unidos y el Reino Unido.

La novedad de esta nueva inserción internacional es que la economía argentina no era complementaria con la de EE.UU., sino profundamente competidora, debido al carácter agrícola-ganadero de los dos países. Por eso, la Argentina tuvo un fuerte déficit con EE.UU. y un enorme superávit con Gran Bretaña.

La depresión del 30 golpeó dramáticamente al país. Entre 1928 y 1932, los precios de sus exportaciones cayeron 64% y los términos de intercambio se hundieron 40%. En ese período, el PBI disminuyó 14% y las importaciones experimentaron un colapso de 55%.

En esos años surge un nuevo Estado, creado entre 1932 y 1935, que amplía extraordinariamente sus responsabilidades, y que al mismo tiempo, el fraude imperante sumerge en una crisis de legitimidad de excepcional envergadura.

Pinedo y Prebisch lanzan el Plan de Reactivación Económica de 1940, que prevé desarrollar la manufactura con la creación de nuevas industrias capaces no sólo de sustituir importaciones, sino también de exportar.

El Plan tenía sustento en lo que ya ocurría desde 1935. El PBI industrial supera en 1938 al agroganadero, y los productos manufacturados alcanzan al 20% de las exportaciones, sobre todo dirigidos a Brasil y EE.UU.

El gobierno de Perón (1946-1955) impulsa en gran escala el desarrollo industrial. El número de fábricas y la fuerza motriz instalada aumenta 55%, y 130% el de trabajadores industriales. Toda la producción industrial está volcada al mercado interno y depende de insumos, partes y tecnología foránea.

Entre 1945 y 1949 hubo un boom de consumo en la Argentina, con salarios reales que crecieron 62%, y que a pesar de la inflación, eran 50% más elevados en 1950 que en 1945.

A partir de la década del 50, la crisis de la producción agrícola-ganadera se transformó en el principal obstáculo para el crecimiento económico y en la causa mayor de la crisis del sector externo. Al mismo tiempo, la producción agrícola pampeana cayó más de 50%, y este retroceso fue también una involución. 

En 1948 llegó la crisis, que por su magnitud y carácter sistémico se transformaría en un punto de inflexión histórico

Entre 1948 y 1952, la capacidad de importación cayó 50%, y la carencia de divisas (déficit crónico de la balanza comercial) se transformó en la raíz estructural de la crisis argentina.

Perón lo advierte, e inicia un giro de 180 grados en su estrategia económica y en su política exterior. El segundo Plan Quinquenal otorgaba prioridad a las inversiones económicas y las orientaba a impulsar las exportaciones agropecuarias. Después de 1948, la prioridad era lograr el autoabastecimiento petrolero. De ahí el contrato con la Standard Oil (California-Argentina).

Tras la crisis de 1948, el segundo punto de inflexión de la historia económica argentina sería el “Rodrigazo” (1975). Tras su fracaso, la economía se hundió en una profunda depresión, que duraría casi dos décadas.

Se produjo una verdadera explosión inflacionaria, con un incremento de 185% anual en 1975; la crisis del sector externo abrevió su secuencia y adquirió un carácter violento. Irrumpió cada 5 o 7 años, con una tasa de inflación promedio de 100% anual, que llegó a 400% en varios períodos. 

Se cerró así una etapa histórica en la economía argentina, que coincide con el agotamiento de la industrialización sustitutiva iniciada en 1935, y la irrupción de la globalización como fase particular de la acumulación capitalista.

A partir de entonces, los dilemas de la economía argentina se experimentan dentro de la globalización, porque no queda nada fuera de ella en el sistema mundial. “En el capitalismo, no hay nada particular fuera de lo general”, dice Marx (Grundrisse).

La trayectoria económica de la Argentina es inseparable del papel del Estado, de su fuerza o debilidad política. La crisis política estatal ha impedido las necesarias transiciones de la economía argentina hacia la modernización (que implica industrialización competitiva) e integración no dependiente con la economía mundial. A lo largo del siglo XX, esto último significó integración con Brasil y EE.UU.

Es lo que parece haberse resuelto en los últimos diez años, a través del crecimiento de las exportaciones agroalimentarias y la inserción internacional con los países asiáticos (China).

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