Pero pueden existir otro tipo de organización de la economía, en la que no rijan ni para la producción ni para el consumo las reglas del mercado. Se trata de las economías centralmente planificadas, donde el Estado, a partir de un plan, decide qué bienes se producirán en un período de tiempo y establece mecanismos específicos de distribución. En las economías de los países llamados comunistas, la Unión Soviética y otros países de Europa oriental hasta el fin de los años `80, prevalecía este modo de organización económica.
Las economías de mercado y las centralmente planificadas son dos extremos que han dado lugar a un sinnúmero de situaciones intermedias. Si bien normalmente en los países capitalistas prevalece la economìa de mercado, se han dado y se dan situaciones en las que determinados bienes son retirados de la lógica del mercado y son producidos y distribuidos centralmente por el Estado. Y también en los países llamados comunistas ocurre que numerosos bienes son dejados a merced de un relativamente libre funcionamiento del mercado.
- La renta no se distribuye de forma equitativa. La renta se reparte según como esté distribuida la propiedad de los recursos y de los salarios vigentes.
- Existen fallas del mercado. Se argumenta que, por diversas causas, en ocasiones el mercado falla en su intento de alcanzar la eficiencia económica.
El sistema falla cuando existen mercados donde la competencia es imperfecta, cuando aparecen externalidades y cuando existen bienes públicos o recursos de propiedad común.
El funcionamiento del mercado también se vuelve censurable cuando la economía sufre bruscas crísis y cuando la distribución de la renta es muy poca igualitaria. Asimismo, los críticos de la economìía de mercado señalan otras dos razones para rechazar este sistema:
- La publicidad puede utilizarse para manipular a los consumidores. Las grandes empresas lanzan campañas de publicidad que pueden manejar los deseos de los consumidores y crear necesidades artificiales.
- Las economías de mercado tienden a ser inestables. El sistema de economía de mercado está en manos de la iniciativa de las empresas privadas y suele ser muy inestable; incluso sufre periódicamente fuertes crisis.
Economìas centralizadas
Este sistema se mantuvo en la Unión Soviética y en los países socialistas del este de Europa hasta finales de los años 80. En la actualidad, está vigente en Cuba.
Un rasgo común a todas las economías planificadas ha sido la acumulación del poder económico en manos del Estado, que, además de ser el propietario de los medios de producción, regía, en definitiva, el funcionamiento de la economía. Así los agentes económicos carecían de iniciativa y se limitaban a cumplir las directivas del Estado. Pero, al no existir mercados, los precios no eran relevantes para tomar decisiones.
En las economías planificadas centralmente, los medios de producción son de propiedad estatal y las decisiones clave le corresponden a la agencia de planificación o poder central.
El poder central o agencia de planificación distribuye no sólo las tareas del plan, sino también los medios de producción, tanto materiales como financieros. El centro de planificación determina como asignar la producción a las diferentes fábricas y procura que cada planta cuente con los factores de producción que necesita para poder obtener la cantidad que se le exige.
Aquí cabe aclarar que el poder económico en manos del Estado permite llevar a cabo una distribuciòn de la renta más igualitaria.
Los elementos negativos del sistema de planificación centralizada que se han mencionado se acumularon durante varias décadas. Este fracaso de este tipo de planificación se debió a que las agencias centrales a menudo se equivocaban en sus previsiones y no tenían en cuenta las necesidades reales de la sociedad. Además, el enorme crecimiento del aparato burocrático y la falta de informaciòn válida y de incentivos efectivos que guiaran el sistema hacia la eficiencia económica originaban el despilfarro de recursos.
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