lunes, 17 de junio de 2019

6º C - Estado de Bienestar

El Estado de bienestar


Fue creado en la Europa de posguerra, puede definirse como la institucionalización de los derechos sociales de los ciudadanos.  El Estado provee a los ciudadanos determinadas prestaciones en forma de subsidios, ayudas o pensiones, y brinda un conjunto de servicios sociales, generalmente, en materia de salud y educación.


El estado de bienestar es el conjunto de servicios sociales (pensiones, cobertura de desempleo, salud, educación) que garantizan a los ciudadanos un nivel de subsistencia.



Originalmente, al tratar de ofrecer a todos los ciudadanos unos servicios mínimos en forma de prestaciones como educación, salud, salario mínimo, pensiones, cobertura de desempleo, etc., pretendía erradicar la pobreza en Europa tras la guerra.  El estado de bienestar contribuyó a vertebrar la Europa arruinada por la Segunda Guerra Mundial en un consenso sin precedentes, y logró una convivencia difícil de alcanzar.  Mediante este proceso, el Estado se convirtió en una especie de árbitro para las distintas clases sociales y paralelamente, despolitizó y desautorizó las posibles revueltas sociales en aquellos lugares en que las desigualdades eran muy acusadas.  De esta forma se intentaba evitar el contagio de las ideas comunistas que regían entonces en Europa del Este.


Como resultado, el estado de bienestar es, desde hace medio siglo, un elemento clave de la cultura europea y ha caracterizado un modelo de crecimiento a largo plazo.

El ejemplo europeo fue seguido por otros países.  En América Latina, sobre todo, el Estado sumió funciones similares luego de la Segunda Guerra Mundial.


El debate sobre el estado de bienestar


Se ha abierto un debate central, algunos se preguntan si el estado de bienestar no se ha convertido en una rémora (obstáculo que detienen o entorpece)  para el futuro.  La clave radica en saber si las iniciativas lanzadas para aliviar la pobreza están provocando hoy déficits públicos ingobernables y aumentos del desempleo, pues propician salarios elevados que tienen como marco de referencia unos subsidios de desempleo que no invitan a trabajar.  Se cree que las subvenciones creadas por el estado de bienestar han limitado los incentivos para trabajar.

La magnitud de la quiebra fiscal del Estado, originada por una necesidad creciente de prestaciones y un menor número de contribuyentes, la cuestión para debatir es si existe la posibilidad de mantener los sistemas de protección social y a la vez generar empleo.

El estado de bienestar ha funcionado mientras la prosperidad hizo posible un aumento de la presión fiscal que compensase las desigualdades más extremas, mediante un aumento de los servicios sociales.  Cuando los ritmos de crecimiento disminuyeron, los déficit públicos empezaron a hacerse excesivos.

En América Latina en general y en Argentina en particular, buena parte del estado de bienestar fue desmantelado en los años noventa durante el auge de las políticas económicas de cuño neoliberal.  La crisis en que culminaron tales políticas obligó a generar nuevos mecanismos de lucha contra la pobreza.  En nuestro país en 2002 se implementaron los planes Jefes y Jefas de Hogar Desocupados.

El futuro del estado de bienestar

Existen tres posturas:  
  • Los neoliberales sostienen que el estado de bienestar debe ser desmantelado para que actúen las fuerzas del mercado, pues genera más ineficiencias que beneficios.
  • Otros que debe reformarse, para hacerlo compatible con la necesaria contención del gasto público, lo que implica profundos recortes en algunas de las prestaciones.
  • Los defensores de una tercera postura afirman que el estado de bienestar forma parte esencial de la lucha contra la desigualdad y en consecuencia debe mantenerse.
Al margen de las distintas opiniones políticas, las fuerza de los hechos está demostrando que el estado de bienestar precisa una reforma y actualización que permita que aquellos que realmente lo necesiten, puedan ejercer los derechos adquiridos.  Así buena parte de los países europeos ha iniciado un proceso de revisión de los niveles de asistencia, en unos casos al alza y en otros  a la baja, evitando ineficiencias y eliminando los corporativismos.

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