viernes, 1 de agosto de 2014

Default


UN PAGO «NO POSITIVO»
De Educando al Soberano

De dice que entrar en default es como entrar en guerra, en el sentido de que nunca se sabe después cuando se saldrá de ella. A medida que pasen los días las soluciones se harán más complejas y los costos se harán sentir. La primera consecuencia obvia será que no tendremos más acceso al crédito externo, siendo las provincias y en general las importaciones las que se verán en el futuro afectadas. Ningún cambio para el gobierno nacional puesto que ya no lo tenía —aunque aspiraba recuperarlo porque con las actuales reservas de dólares no llega al 2015.

Bajo este nuevo cuadro todo el comercio exterior se complica, es decir se encarece. Las importaciones serán más caras y nuestras exportaciones deberán ofrecerse más barato a pesar de tener mayores costos, por la fracción importante de componentes y combustibles importados de nuestra producción. Esto agravará el déficit de balanza comercial mermando las ya hoy escasas reservas de divisas del Banco Central. El dólar libre subirá aumentando la presión hacia una nueva devaluación. Se encarecerá el mercado interno produciendo, cual efecto dominó, menores márgenes de ganancias, mayor inflación, mayor recesión y más despidos. En pocas palabras, el default tendrá el efecto de empeorar una situación al presente por demás complicada golpeando a nuestra debilitada economía “donde más le duele”.

Tras el fracaso en lograr un acuerdo con los “holdouts”, ayer el ministro Kicillof se dedicó a endilgar culpas y denunciar conspiraciones a escala planetaria. Como botón de muestra, en su largo discurso político dijo haber ofrecido a los litigantes los mismos términos que al resto de los bonistas (35% del valor de los bonos), afirmando que era incomprensible que no se aceptara la oferta siendo que representaría una enorme ganancia para ellos pues los compraron cuando no valían “nada”, lo cual es cierto. Sin embargo, la acción de litigar se hizo con el propósito de ir tras mayores ganancias y ellos ya lograron un fallo firme (convalidado por todos los tribunales superiores) que les otorgó el 100% del valor de los bonos, detalle que el ministro “olvidó” mencionar. Por lo tanto, es inconcebible que no demandaran como mínimo una mejora sobre la oferta original.

Todo indica que se ha llegado a esta situación por una mezcla de necedad, incompetencia y, sobre todo, politización de un problema esencialmente técnico, que debía resolverse por medio de expertos desde lo jurídico y lo financiero.

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